lunes, 20 de junio de 2016

Ecos tras el día de las personas refugiadas

Desde que la fotografía del cuerpo de Aylan Kurdi conmovió a todas las comunidades de nuestro país con su inocencia robada por una travesía injusta provocada por una guerra aún más injusta, el debate sobre el asilo y refugio se instaló en nuestras reflexiones, generando una empatía colectiva por las miles de personas que, forzadamente, tienen que salir de su país en busca de protección internacional. Hoy, 20 de junio, Día Internacional de las Personas Refugiadas, puede convertirse en un momento privilegiado para analizar el “estado de la cuestión” y las interpelaciones que este tipo de migraciones forzadas están arrojando a la Vida Religiosa, en particular, y a la Iglesia en general. 

Una provocadora invitación 

Todos recordamos la visita del Papa Francisco al Centro Astalli para la acogida a refugiados de Roma gestionado por el Servicio Jesuita al Refugiado, el 10 de Septiembre de 2013. En el discurso pronunciado durante su visita, nos hizo un llamamiento a la Vida Consagrada, tan claro como profético: 

“Para toda la Iglesia es importante que la acogida del pobre y la promoción de la justicia no se encomienden sólo a los «especialistas», sino que sean una atención de toda la pastoral (…). En particular —y esto es importante y lo digo desde el corazón— desearía invitar también a los institutos religiosos a leer seriamente y con responsabilidad este signo de los tiempos. El Señor llama a vivir con más valentía y generosidad la acogida en las comunidades, en las casas, en los conventos vacíos. Queridísimos religiosos y religiosas, los conventos vacíos no sirven a la Iglesia para transformarlos en hoteles y ganar dinero. Los conventos vacíos no son vuestros, son para la carne de Cristo que son los refugiados. El Señor llama a vivir con más valor y generosidad la acogida en las comunidades, en las casas, en los conventos vacíos.” 

Estas palabras pronunciadas hace tres años han seguido siendo un aldabonazo para la Vida Consagrada desde el momento en que estalló la crisis en Frontera Este (desde septiembre de 2015 hasta nuestros días), como consecuencia de las políticas europeas de cierre de fronteras. 

Una disponibilidad generosa y el nacimiento del Marco Común

Lo primero que hizo la Vida Religiosa ante lo que los medios de comunicación venían a llamar “crisis de los refugiados” fue poner a disposición sus recursos residenciales y personales para la acogida. Desde CONFER somos testigos de la cantidad de llamadas y correos electrónicos recibidos, ofreciendo pisos, dinero, acompañamiento… en la línea de esta invitación a abrir nuestras casas y conventos vacíos que, ya en el 2013, nos hacía el Papa Francisco.

CONFER, que ya venía haciendo un trabajo conjunto con las diferentes entidades eclesiales en el marco de la Red Intraeclesial de migraciones, intensificó sus labores de coordinación con el Secretariado de Migraciones de la Conferencia Episcopal, Cáritas Española y con Justicia y Paz, para dar una respuesta unificada como Iglesia a esa multitud de ofertas espontáneas y generosas por parte de las comunidades cristianas y de la Vida Religiosa. Esta coordinación dio como fruto el nacimiento de un Marco común con el nombre “Hospitalidad + Dignidad = #MigrantesConDerechos”. Este marco supuso una invitación, no sólo a dar respuestas generosas a las realidades emergentes, sino al establecimiento de acciones bien coordinadas y pensadas por parte de todas las entidades de la Red.

La primera acogida

Fue en los primeros meses de curso (septiembre y octubre de 2015) cuando el Ministerio del Interior otorgó a CEAR, Accem y Cruz Roja una dotación presupuestaria para asumir el “encargo” de llevar a cabo esa primera acogida a refugiados. Desde entonces se ha ido acogiendo a personas procedentes, bien de los conocidos “cupos” (bajo este concepto la cifra de acogidas ha sido casi ridícula, muy por debajo de los compromisos firmados por nuestro Gobierno), bien de la ruta “extraoficial” procedente del Norte de África y Melilla.

Tanto por parte de CONFER como del resto de entidades de la Red Intraeclesial Migrantes con Derechos, la consigna fue la de no participar en una acogida “de emergencia”, cuya responsabilidad primera correspondía al Gobierno de nuestro país y a aquellas entidades a las que delegó esta función. Nuestra labor específica, sin embargo, sí era la de continuar preparándonos para hacer de nuestros pueblos y ciudades lugares propicios y cálidos para la integración de las personas migrantes y refugiadas, comenzando por nuestros hermanos y hermanas procedentes de otros países que llevan años entre nosotros.

La Iglesia, por generosa que sea, no debería de entrar a suplir las funciones que le corresponden a las administraciones públicas, pero tampoco olvidar cuál es su misión: contribuir a la construcción a medio y largo plazo de un tejido social intercultural, donde la diversidad sea acogida como riqueza y oportunidad. Cuando estos refugiados vayan saliendo de los recursos residenciales donde recibieron la primera acogida, tocarán (y ya lo estén haciendo), la puerta de nuestra comunidad social y eclesial, y es ahí donde se pone en juego nuestra generosidad.

Algunos desafíos que tenemos por delante

La situación actual sigue arrojando sobre la Vida Religiosa nuevos retos y desafíos a los que tendremos que responder, si queremos seguir siendo comunidades acogedoras y proféticas en nuestra misión:

- La Red Intraeclesial Migrantes con Derechos ha desarrollado durante estos meses una valiosa labor de incidencia política denunciado las causas que han llevado a miles de personas a adentrarse en una crisis humanitaria sin precedentes. Un ejemplo claro de esto ha sido la campaña de recogida de firmas contra el acuerdo de la Unión Europea con Turquía que legitima las expulsiones de personas necesitadas de protección internacional. Lo realmente preocupante de tantas situaciones de las que hemos sido testigos, es la indiferencia de la mayoría de los estados de nuestra “Europa del bienestar” y la connivencia de muchos de estos países con medidas y leyes que claramente vulneran los derechos humanos. La vía de la denuncia y de la incidencia política siempre será un camino abierto y nunca terminado, por el que tendremos que seguir caminando.

- Uno de los retos mayores que tenemos como Iglesia es el de no realizar distinción entre personas, ni mucho menos favorecer el establecimiento de categorías. No existen “migrantes de primera” ni “migrantes de segunda”. Existe una delgada línea que separa a una persona refugiada de una persona migrante: la de la voluntad política que le concede a la primera el estatuto del refugiado y se lo deniega a la segunda. Como comunidad cristiana hemos de trabajar desde una perspectiva de derechos y nuestra acogida ha de ir más allá de la jurisprudencia.

- El desafío de la acogida y de la construcción de una cultura de la hospitalidad y de la interculturalidad no era nuevo en nuestro país. Aunque acabamos de desarrollar este punto, no podemos ignorar el peligro que supone para nuestro continente el aumento progresivo de grupos violentos que implican una amenaza precisamente para la construcción de sociedades mestizas, interculturales y diversas. No podemos dejar que ninguna ideología utilice la “política del miedo” para dinamitar las bases sobre las que se fundamenta nuestra convivencia.

- La Frontera Sur sigue poniendo delante de nuestros ojos cada día la crudeza de las fronteras y la necesidad de luchar y trabajar contra leyes injustas y deshumanizadoras. Aunque pareciera que nuestra frontera ha quedado diluida con la crisis en Frontera Este, siguen ocurriendo vulneraciones de derechos humanos que es importante visibilizar y denunciar, como las expulsiones sumarias. En este sentido, el trabajo conjunto de Iglesia viene a reforzar un mensaje común de defensa de los derechos humanos.

- Hay congregaciones que, por su carisma específico, llevan años trabajando en la acogida e integración tanto de personas migrantes como de personas refugiadas. Además de este trabajo tan importante en nuestro país (país de acogida), es fundamental la misión que la Vida Religiosa lleva a cabo tanto en los países de origen de las personas migrantes, como en los de tránsito. Son estas presencias las que nos hacen subrayar que el ámbito de la cooperación internacional sigue siendo de vital importancia, siempre y cuando no envuelva políticas de externalización de fronteras y control de flujos migratorios.

El trabajo en red como Iglesia, iniciado hace varios años, se ha visto fortalecido a raíz de los acontecimientos en Frontera Este y los desafíos que éstos han arrojado sobre nuestras prácticas de hospitalidad y acogida. Este trabajo conjunto es, sin duda, uno de los “hilos” que han de seguir consolidándose como un signo profético que visibiliza la práctica real de la comunión.

Vía CONFER.

miércoles, 8 de junio de 2016

Si cuidas el planeta, combates la pobreza

Inspiradas por la encíclica Laudato Sí´, las entidades de la Iglesia católica en España, dedicadas a la cooperación internacional y que forman parte de la iniciativa “Enlázate por la Justicia”, ponen en marcha una campaña centrada en el cuidado de la Creación. Con esta iniciativa, que se lanza bajo el lema “Si cuidas el planeta, combates la pobreza”, Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES (Red de Entidades para el Desarrollo Solidario) pretenden sensibilizar a toda la ciudadanía para que se comprometa en la defensa de un modelo distinto de desarrollo, justo, solidario y sostenible, y para que cambie sus hábitos de consumo y estilos de vida. 

[Los materiales de la campaña están disponibles en www.enlazateporlajusticia.org



Inspiración de la Laudato Si´ 
La encíclica Laudato Si' supone, por una parte, una invitación a reflexionar y a participar en una auténtica ecología humana, porque no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Y, por otra, es una llamada a responder al gran desafío que plantea la crisis económica, social y ambiental que hoy amenaza al planeta y a la humanidad, donde los pobres son las principales víctimas. Por ese motivo y ante la convocatoria del papa Francisco a “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”, la iniciativa “Enlázate por la Justicia”, que desde 2012 agrupa a las cinco entidades de la Iglesia católica en España dedicadas a la cooperación internacional, ha decidido sumarse a esa misión compartida con una campaña de dos años. Esta propuesta se marca como principal objetivo sensibilizar a la comunidad eclesial y a toda la sociedad sobre las consecuencias que el modelo de desarrollo actual y nuestros estilos de vida tienen sobre el planeta y, específicamente, sobre la vida de las personas más vulnerables. Otra de las metas de la campaña es la de propiciar un cambio en los modos de vivir personales y comunitarios, y en las decisiones políticas para contribuir, desde varias esferas, a construir una sociedad solidaria y un planeta habitable para todos los pueblos, no solo hoy, sino pensando en el mañana, y en las generaciones futuras.

Como guía de la Campaña se va a utilizar un decálogo inspirado en la encíclica, que resume los retos fundamentales a los que nos enfrentamos. Cada dos meses se abordará uno de estos 10 principios a través de la reflexión, la oración, el testimonio de los empobrecidos, los compromisos personales y las propuestas de acciones. 

Los diez principios 
1. Apoyarás la causa de los pobres (septiembre-octubre 2016) 
2. Redescubrirás el valor de la simplicidad en tu propia vida (noviembre-diciembre 2016) 
3. Valorarás la importancia de tus comportamientos cotidianos (enero-febrero 2017) 
4. Apreciarás la diversidad de nuestro mundo (marzo-abril 2017) 
5. Animarás una conversión personal, eclesial y comunitaria (mayo-junio 2017) 
6. Impulsarás las decisiones necesarias, aunque sean costosas (julio-agosto 2017) 
7. No supeditarás tu acción a los intereses económicos (septiembre-octubre. 2017) 
8. Bucearás en tu propia tradición espiritual (noviembre-diciembre 2018) 
9. Asumirás los consensos científicos (enero-febrero 2018) 
10. Superarás el paradigma tecnocrático (marzo-abril 2018) 

Las causas de problema 
El modelo de desarrollo económico basado en el crecimiento del consumo es insostenible con el ritmo y la capacidad del planeta. Además, genera desigualdad social y quebranta los derechos de las personas más vulnerables, especialmente en aquellos países menos desarrollados que padecen la lucha global por los recursos naturales que son considerados estratégicos. A ello se añade el hecho de que la ciudadanía mantiene unos valores construidos en torno al consumo y la posesión de bienes materiales. Además, aunque pareciera que el cuidado del planeta está en la agenda política y a pesar del esfuerzo realizado para la firma del Acuerdo de París en la COP21, las entidades que integran “Enlázate por la Justicia” ven necesario un verdadero compromiso por parte de los agentes con poder político y económico. 

Agenda de actividades 
La campaña se ha marcado una amplia agenda de actividades, que van desde su difusión en todos los ámbitos de la comunidad eclesial en España hasta la elaboración de una guía de recursos locales de economía solidaria y estilos de vida alternativos, junto al desarrollo de la interlocución política con los agentes políticos y las Administraciones para lograr el cumplimiento efectivo de los compromisos de España con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) a nivel estatal e internacional. Otro de los frentes prioritarios de actuación se centrará en el marco legislativo, para garantizar el respeto de los derechos humanos en la actividad empresarial, especialmente en los lugares del planeta y las comunidades más vulnerables, como es la región amazónica y las poblaciones indígenas.