Este fue el tema de las Jornadas del ÁREA DE
SOLIDARIDAD DE CONFER que tuvieron lugar del 24 al 26 de Febrero y a las que desde
nuestra familia congregacional de FMMDP asistimos Mª Reyes Rodríguez, Mª Inés Vásquez,
Jesús Gallego y Mercedes Esquinas. Intentamos aquí hacer una breve síntesis de
lo allí vivido.
Ya se pueden consultar y descargar, desde la web de CONFER, algunos de los documentos y vídeos de las Jornadas .
Se trataba de releer la vida desde el paradigma de la
interdependencia: Todo está conectado. En
las distintas ponencias e intervenciones, se analizaron las claves de este
entramado global:
Vivimos en un mundo regido por una economía
especulativa que no responde a la economía real productiva sino que se mide en
términos de crecimiento del PIB o en datos macroeconómicos y no en la situación
de las personas, de las que una gran mayoría queda fuera de este crecimiento
financiero, porque lo que crece es la desigualdad –nunca tan grande como ahora-
entre ricos y pobres.
La producción no está ligada a las necesidades
vitales, se produce pobreza y exclusión, excedentes humanos, mercantilización
del trabajo y de los recursos naturales, de la tierra, el agua, las patentes
biológicas…
El ritmo de extracción y consumo de estos recursos ya
no es sostenible, el planeta se agota y tampoco es capaz de absorber tantos residuos
que generamos. Nuestro estilo de vida depende en gran medida del petróleo y sus
derivados: gasolinas, plásticos, etc. y ya no alcanza para satisfacer toda la
demanda, sin contar con la contaminación que ocasiona a todos los niveles.
Un mundo fracturado que provoca insatisfacción,
vacíos, miedos, conflictos bélicos, desastres ¿naturales? y violencia. El desarraigo de la economía
destruye las relaciones sociales de las personas y de los pueblos.
A partir del análisis, constatamos que no somos neutrales: en este mundo vivimos y somos parte de la
solución o del problema. Es imprescindible un nuevo paradigma, un cambio en el modo de vida y transformar el modelo de desarrollo, porque en
la causa de todo está la creciente demanda de recursos. Y se da la
circunstancia de que los que menos consumen y menos contaminan, sufren las
consecuencias de los que lo hacemos en mayor medida.
Hemos de “Escuchar el grito de los pobres y construir justicia para la Tierra”. Porque
el Reino de Dios empieza por los últimos. No podemos dejar a nadie atrás ni
fuera. El empoderamiento de las mujeres es imprescindible para que la pobreza
deje de ser femenina y la reivindicación feminista es particularmente
importante dentro de la propia Iglesia.
Necesitamos creer que pueden cambiar las cosas.
Necesitamos una comprensión nueva, cambiar nuestra imagen de Dios y del mundo,
comprender éste como un todo, un cuerpo ecológico colectivo, creativo,
generador. Dios apuesta por la Tierra, la ética de Dios es la ética del cuidado
y es esta ética la que hemos de vivir y promover. Necesitamos vivir en
austeridad y sobriedad, en y por solidaridad, por
respeto a la naturaleza y a la vida, porque el progreso tiene límites.
Necesitamos, en definitiva, un cambio de vida desde el interior, desde el
corazón. Pero trabajando con otros/as, en actitud de apertura y
fraternidad, porque las soluciones a la
injusticia tienen que formar parte también del entramado global y porque no
basta que cada uno/a sea mejor para resolver una situación tan compleja como la
que afronta el mundo actual.
Finalmente, ahondando en este ámbito de la acción
comunitaria y en red, tuvimos la oportunidad de conocer experiencias muy
interesantes de vida y consumo
alternativo que se están haciendo y que animan a la esperanza.
Así, en el Monasterio de Poblet han aprendido adisminuir su consumo de agua, con unriego más eficiente y utilizando plantas autóctonas que necesitan muy poco
agua, además de aprovechar el agua de lluvia de sus tejados para el riego.
También aprovechan la energía solar
y en 10 años han amortizado la inversión económica que realizaron en placas
fotovoltaicas, sus farolas aprovechan esa energía y en otros puntos usan leds
(con un mínimo consumo). Han disminuido sus residuos consumiendo más productos a granel o envases muy grandes
para disminuir el número de envases al
máximo, utilizando los residuos orgánicos para fabricar compost como abono.
Además se nos invitó a una semana de conversión
ecológica en verano, para practicar (que no teorizar) otro estilo de vida, de
alimentación, limpieza, consumo…
La proyección del documental. “Mañana” dio pie a Red
de Transición a presentar otras alternativas como los bancos de tiempo, monedas
locales para favorecer el consumo cercano y evitar las transnacionales,
empresas alternativas de energía eléctrica, banca ética (Fiare o Triodos bank)…
Si, es necesario avanzar rápido,
las comunidades cristianas podemos, como en Poblet, marcar otros caminos,
cambiando muchos hábitos y rutinas en orden a dar respuesta al reto del deterioro ambiental. Porque, como dice el
Papa: “En el corazón de este mundo sigue presente el Señor de la vida (…). Él
no nos deja solos, porque se ha unido
definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar
nuevos caminos”(L.S. 245).