En la ciudad de Ranchi, situada en el estado de Jharkhand, al norte de India el tráfico con fines comerciales de mujeres y niñas tribales, es un problema de difícil solución, mientras persistan los altos índices de pobreza, vulnerabilidad e incultura.
Dentro de su campaña No hay justicia sin igualdad (click aquí para conocer mas) para la promoción y desarrollo de la mujer, Manos Unidas nos quiere sensibilizar este mes sobre el tráfico de personas, principalmente de mujeres y niñas, en este lugar, de la India, donde a diario se comenten graves violaciones de la dignidad y los derechos humanos.
El matrimonio forzoso es muchas veces, la fachada tras la que se oculta este tipo de tráfico destinado a la explotación sexual, explotación laboral u otro tipo de explotaciones, como la venta de órganos. El desconocimiento de los derechos que amparan a las personas, y la corrupción que impera en algunas instituciones públicas, llevan a hacer la vista gorda ante este problema. La ignorancia y la confianza en los “contratistas”, hacen que muchos padres no vean el verdadero peligro que entrañan estas prácticas indeseables, disfrazadas de oportunidad laboral.
El caso de Anamika reúne muchas de esas causas que acabamos de exponer. Es una historia basada un testimonio real recibido desde el proyecto. Con tan solo 16 años, Anamika ya sabe lo que es la maldad humana. Hace mucho que conoció hasta dónde pueden llegar algunas personas por defender aquello que consideran suyo, y cómo los más desaprensivos están al quite de cualquier oportunidad que surja, para llevar a cabo sus más abyectos planes.
“Me llamo Anamika y tengo 16 años. Sé que soy muy joven y que muchos creerán que, a mi edad, mi historia es casi imposible. Pero sepan ustedes que yo vivo en el norte de India, en una ciudad llamada Ranchi, donde la vida, para aquellos a quienes nos conocen como adivasis (tribales), no es nada fácil. En mi sociedad ser adivasi es ser menos que nada. No contamos para nadie y nuestras vidas no interesan y eso que somos los habitantes originarios de esta zona…".
A través de este enlace (click aqui) puedes continuar leyendo el testimonio de Anamika y conocer el Programa para la reducción del tráfico de niñas que los servicios sociales de la diócesis de Ranchi realiza, con financiación de Manos Unidas, en 30 aldeas de la zona para que las jóvenes y mujeres tengan más salud, formación, conocimiento de sus derechos y autoestima, además de ofrecerles modos de aumentar sus recursos y reducir así su dependencia económica.