El 7 de octubre se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. La Iglesia quiere sentir suyos los sufrimientos de los trabajadores por las formas de trabajo indignas. De hecho,las autoridades de la Santa Sede y los líderes de la Organización Internacional del Trabajo decidieron colocar el “trabajo decente para todas las personas" entre los objetivos de desarrollo sostenible en la agenda post-2015.
«No
hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la
dignidad del trabajo». «El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de
derechos laborales no son inevitables, son resultado de una previa opción
social, de un sistema económico que pone los beneficios por encima de la
persona». Son
algunas de las palabras del papa Francisco sobre el trabajo y su centralidad
para la vida de las personas. De manera reiterada nos lo recuerda el Papa.
El
trabajo es medio imprescindible de realización personal de la propia vocación y
reconocimiento de la sagrada dignidad de las personas. Mediante el trabajo
construimos la vida social y política y contribuimos al Plan de Dios para la
humanidad. Si falta el trabajo, la dignidad humana está herida.
Es,
por tanto, ineludible poner en primera línea de las agendas de nuestras
organizaciones la necesidad de un trabajo decente para todas las personas. Debe
estar en la agenda política, en las agendas de las entidades sociales y
empresariales y en nuestras agendas personales. Y también en las propuestas de
nuestra Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario